Observación 1: Los porteños hablan más cerrado...
Está en mis entrañas de nuevo y me equivoqué, no era el olor, tampoco es el color. Es el aire mismo. El piso. El nombre de los lugares, los pequeños espacios entre los edificios que se llenan con casas del cerro, con graffittis perfectos; el conjunto de todo esto. No puedo ni hablar. Tengo el corazón lleno. Los recuerdos son muchos, pero las imágenes mentales no son las que me llenan, sino las sensaciones. Lo siente mi piel, mis entrañas.
No son las palmeras perfectamente alineadas en avenida Brasil. No son los perros debajo de las bancas ni los gatos en las cerrajerías o en las botillerías; no son los letreros blancos de las calles ni los enchufes de $500; es la gente, son las palomas, es el ruido del día a día... No puedo describirlo. tengo los ojos llenos de lágrimas, esta sensación de no querer irme nunca de aquí, aunque no haya nada para mí. Pequeñas burbujas llenan la plaza y el olor a orín viejo me abraza otra vez, los perros ladran alrededor y mi corazón está lleno de ver Valpo otra vez.
Un cigarro más y me voy. Carajo, por qué no tengo una cámara más chica... Quiero llevármelo todo, los infinitos cables enredados, los pequeños detalles en el piso, las esquinas llenas de bares, y el aire, quiero encapsular este aire que se siente tan bien.
No hay ningún Valpo allá arriba en el edificio lujoso. Todo Valpo está acá abajo, lleno de vida. No hay ningún Valpo en la vista perfecta al mar, Valpo está en la tierra del suelo, en el perro que busca comida en una completería...
Llena de lágrimas en los ojos otra vez, ya no me quiero ir y apenas llegué...
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Y otro Valpo se me apareció. Del Valpo que no se puede hablar. De la Sotomayor pa allá; donde no alumbra el sol y los perros ladran a los pacos... Sólo para recordarme que soy una gringa cualquiera acá...
-Escrito todo en el Plan de Valparaíso, transcrito al volver-
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