jueves, 21 de octubre de 2010

Capítulo 3b: De la llegada a Valpo

Observación 1: Los porteños hablan más cerrado...

Está en mis entrañas de nuevo y me equivoqué, no era el olor, tampoco es el color. Es el aire mismo. El piso. El nombre de los lugares, los pequeños espacios entre los edificios que se llenan con casas del cerro, con graffittis perfectos; el conjunto de todo esto. No puedo ni hablar. Tengo el corazón lleno. Los recuerdos son muchos, pero las imágenes mentales no son las que me llenan, sino las sensaciones. Lo siente mi piel, mis entrañas.

No son las palmeras perfectamente alineadas en avenida Brasil. No son los perros debajo de las bancas ni los gatos en las cerrajerías o en las botillerías; no son los letreros blancos de las calles ni los enchufes de $500; es la gente, son las palomas, es el ruido del día a día... No puedo describirlo. tengo los ojos llenos de lágrimas, esta sensación de no querer irme nunca de aquí, aunque no haya nada para mí. Pequeñas burbujas llenan la plaza y el olor a orín viejo me abraza otra vez, los perros ladran alrededor y mi corazón está lleno de ver Valpo otra vez.

Un cigarro más y me voy. Carajo, por qué no tengo una cámara más chica... Quiero llevármelo todo, los infinitos cables enredados, los pequeños detalles en el piso, las esquinas llenas de bares, y el aire, quiero encapsular este aire que se siente tan bien.

No hay ningún Valpo allá arriba en el edificio lujoso. Todo Valpo está acá abajo, lleno de vida. No hay ningún Valpo en la vista perfecta al mar, Valpo está en la tierra del suelo, en el perro que busca comida en una completería...

Llena de lágrimas en los ojos otra vez, ya no me quiero ir y apenas llegué...

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Y otro Valpo se me apareció. Del Valpo que no se puede hablar. De la Sotomayor pa allá; donde no alumbra el sol y los perros ladran a los pacos... Sólo para recordarme que soy una gringa cualquiera acá...


-Escrito todo en el Plan de Valparaíso, transcrito al volver-

Capítulo 3: Del viaje a Valpo

La carga del devenir histórico cae sobre mí en este momento como un abrazo...

Lejos de apremiar o de sentirse como una responsabilidad inconmensurable, la historia de mi familia, de sus orígenes revolucionarios y profundamente burgueses me significa la aceptación de la, antes inaceptable, realidad que me define, de la que me indica el camino hacia el que voy y las cosas que me merezco, ya sea por haberlas ganado en incontables batallas o por la herencia familiar, que en este viaje, una vez más, me recuerda quién soy y de dónde vengo...

Las casas de Valparaíso que desde aquí se ven pequeñas, las pequeñas personas miden de alguna forma la manera en la que se expresa esta realidad familiar... Mirando desde arriba, pero en medio de una de las ciudades más de izquierda en Chile, en medio de los pobres, pero desde el lugar más pudiente, mostrando siempre la sencillez de escribir el correo al amigo en Europa con una Mont Blanc...

La verdad es que nunca quise aceptar esto. Peleando siempre con la idea de poder ser mejor que cualquier otro, creando una falsa modestia que sólo impedía que yo viera todo lo que puedo hacer con esto...

Ahora tengo una nueva oportunidad; una vez más, Valpo es mío... Veremos lo que me enseña esta vez...


Nota al Pie: O sea ¿a quién se le ocurre que no es pequeño burgués estudiando Comunicación?

jueves, 14 de octubre de 2010

Capítulo 2: Del pescado fresco.

Las fotos de turista en la Moneda con las que siempre soñé fueron lo de menos, para cuando llegamos a la Plaza de Armas ya hablaba chilensi, estaba ubicada, me sentía en ambiente. Dimos la vuelta para llegar al mercado central y fue en esa esquina cuando lo sentí. No fue el café que tomamos ni cachar los limones en la mesa lo que me hizo sentir. Ni siquiera las pequeñas mesas ni la pared de espejo con botellas de vino de 3 lucas encajadas perfectamente de maneras inexplicables. Fue el olor a marisco recién cortado cuando salimos. Mi corazón dio un vuelco que no entendí. Muy dentro se sentía que había vuelto a mi hogar. No fueron imágenes las que volvieron a mí. Fueron sensaciones. Una oleada que me estremeció y acogió al mismo tiempo. Como si algo dentro me gritara que quería embarrar el pescado fresco en mi ropa para no perder nunca ese olor. Me sentí embriagada, quise abrazar al tendero que atraía a los transeúntes al restaurante, pero no pude moverme; me quedé paralizada antes la multiplicidad de símbolos y sensaciones delante mío, mis ojos se llenaron de unas lágrimas que no pude soltar y como otra más de mis señales divinas una gatita güera maulló a mi lado para regresarme a la realidad. 'Igual que en Valpo' pensé y me agaché a acariciar al dulce gato, que recibió mi necesidad de realidad con dulzura y ronroneando. Me quedé un rato mirando la Estación Mapocho mientras mi compañero de aventura salió del baño. Seguimos nuestro camino.

A modo de epílogo: Y eso que aún no llego a Valpo

viernes, 8 de octubre de 2010

La llegada: Capítulo 1.

Claro que tuve que encontrarme con cosas que no recuerdo, con cosas que mi mente perdió por no querer aceptar que eran así. Claro que durante estos 5 años creé una (o muchas) ideas imaginarias acerca de lo que creí que Chile era, de lo que creí que la gente pensaba... Claro que esto me ayudó a sobrevivir sin Chile...

Desde el momento en el que puse un pié debajo del avión, se me enchinó la piel. No sólo por el frío, sino por el recuerdo de que esto también es mío. También ésta es mi patria. También este sinsabor de la comida, este sol que quema mientras el viento te congela, este lento andar de la gente por las calles es mío. El trazo perfecto de las calles, el invento de un nuevo modo de hablar castellano, la amabilidad de la gente con la idea de que soy mexicana y la creencia -aún- de que Chile es mejor y que más allá de todo yo vengo de un país de rancheros con sarapes en caballos, de narcos, policías corruptos y presidentes de derecha. No puedo negar alguna de esas cosas...

A pesar de todo, sigo sintiendo esa renuencia, desconfianza hacia lo externo -sin duda- creada por la falta de contacto con extranjeros y el nacionalismo extremo que vive dentro de cada chileno -incluso los de izquierda, que odian los métodos de su país- que me obliga a pensar que este documental va a ser más difícil de lo que pensé en un principio... Aún ninguna entrevista... Veremos...