sábado, 14 de marzo de 2009

La muerte se refleja en la ventana, sonriendo

Sentí que la cabeza me estallaba. El rebote de sentimientos me dejó nublada por un instante. Ya no era yo.

Quise dejar mi cuerpo. Evaporarme por un rato. Dejar de sentir el dolor que latía en mi corazón, evaporarme con el humo del cigarro que me estaba fumando. Extrañaba mi yo antes de esto. Antes de todo. La que creía en las patrañas machistas como la niña que era. La que se sentía una mujer. La que soñaba fantasías envueltas en nubes rosas. La que no sabí de los males de la vida. Entonces mi corazón estaba desnudo contemplando la realidad con timidez e ilusión.

La niña contempló mi corazón lleno de miedos y barreras y quiso curarlo. Yo la contemplé con aplomo "Lo siento nena" no pude decir más, las lágrimas rodaron por mis mejillas. <> pensé y ví mi vida pasar frente a mis ojos. Una fumada más.


Cuando reaccioné Alejandra estaba al mando. Se empeñó en comprarme nuevos ojos para no sentir, un nuevo cuerpo y una nueva cara para sólo pensar. Se empeñó en construir una casa de cristal blindado para ver el mundo y protegernos de los zombies mutantes. Compró también una escopeta, se sentó en el sillón vino y me dijo: "No es qué quisiera haber nacido, pero si no lo hubiera hecho, estarías muerta. Agarra tus pedazos y levántate."

Y me levanté.

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